P uertas, candados, rejas, estructuras desgastadas, leyendas escritas… imagen de olvido. Rastros de haber habitado ese lugar se mimetizan, volviéndose parte de él, deteriorándose con el tiempo, despareciendo lentamente.

La Artista rescata, por medio de la fotografía esas huellas, deteniendo el tiempo a modo de registro de una historia, de un hecho en una sociedad que juzgó y condenó.

Desde su proyección por el Arquitecto italiano Francisco Tamburini en 1886, su construcción desde 1889 y habilitado en 1895 la hoy Ex Penitenciaría San Martín alberga en su estructura arquitectónica una cantidad inimaginable de vivencias incrustadas en su memoria durante 120 años.

Lentamente los sonidos se fueron enmudeciendo, encriptándose entre los muros, la soledad, el olvido, los miedos, las heridas, el odio, la tristeza, el arrepentimiento, la venganza, el poder, la pobreza quedaron encerrados en esos pabellones, conviviendo entre sí, porque la historia no se debe borrar.
Como seres humanos contemporáneos compartimos el mismo tiempo, pero no las mismas experiencias, reconocemos lugares pero no todos los conocemos verdaderamente, sólo el vivir de un individuo en su entorno marcan y se vuelven parte de su historia.

Como seres humanos contemporáneos compartimos el mismo tiempo, pero no las mismas experiencias, reconocemos lugares pero no todos los conocemos verdaderamente, sólo el vivir de un individuo en su entorno marcan y se vuelven parte de su historia.

El registro fotográfico rescata pequeños rastros que no conocíamos, la lente en la visión de un artista busca esos detalles y los inmortaliza para que no sean olvidados.

Reconocer y reconocernos como parte de esta humanidad que necesita recordar y aprender de esas vivencias y experiencias es por medio de la imagen que el arte busca la empatía y concientización de un espectador, de una sociedad, si estas imágenes te provocan algo, significa que aún podremos construir un mundo con igualdad y justicia.

Claudia Andrea Pino
Colaboración Valentina Marocchi